Caída.

Nada cae como cae un cuerpo sobre otro.
Una caída libre, desprendida y a la misma vez atada por deseos de posesión.
De poseer en un acto la abrupta presencia de tu mano.

Nada cae de forma vertical como el roce de mi pubis en tu rodilla
ni como la humedad dulce de tu lengua en mi cuello.
Humedad que como fuente escarpada se corre por todos los contornos de un entramado coloquial.
Ni cae como las gotas llevadas por gravedad hacia una piedra
Pero cae sobre mí, como si el centro de la tierra fuese mi vientre.

Nada cae dentro del vacio inexorable de unos ojos
como cuando tu mirada choca con la mia y me invitan a saciar deseos escondidos.
Saciar cuan si fuera la ultima vez que fuese a beber de ese pozo languideciente entre tus piernas...
y del aliento que susurra ser mio y no lo es.

-V.